Agotadas de maternar
“-Andrea, te pregunto una cosa, ¿No estás cansada de maternar a tu esposo?
– ¿Cómo?
– Si, de ser como su mamá y él como un hijo que es casi como un bebé, incapaz de hacer cosas que haría cualquier adulto.
– Bueno, pero, ¿Así son los hombres, no?
– ¿Así son? o ¿Así les han dicho que deben ser?
– Su familia es muy machista sí, me critican que yo trabaje y salga con mis amigas.
-Pero él sí puede y no hay problema.
– ¡Exacto!
– Entiendo, entonces la dinámica es así: él se comporta como un niño, no es corresponsable contigo en el cuidado del hogar, como tu pareja y padre de tus hijos; y esto causa un agotamiento muy profundo en ti, ésto te mantiene irritable con él y tus hijos.
– La verdad que sí, no tengo un solo momento de descanso y cuando le reclamo, él me dice que el problema es mío, que soy una cantaletosa y se va, dejándome de nuevo con toda la responsabilidad. Por eso estoy acá porque según él, yo soy la que tiene un problema de mal genio.
-Y de nuevo él no asume ninguna responsabilidad contigo.
– ¡Así es!.
– Creo que tu mal genio no es problema sino el resultado del agotamiento por maternar a quien no es un bebe y no es tu hijo.”
Este es un relato frecuente con mujeres heterosexuales en los espacios de psicoterapia, donde llegan con el motivo de consulta de “estar malgeniadas todo el tiempo” o sentir que “están fallando como esposas”.
He escuchado a muchos profesionales decir: “Bueno, es que tal vez no regulan sus emociones y simplemente son muy exageradas. Además, si es un fenómeno tan repetitivo, es porque las mujeres “joden” porque sí o porque no, son muy dramáticas” y así enfocan su atención en que la mujer se regule y acepte el orden de las cosas.
¿La culpa es de nosotras por quejarnos y enojarnos?
Y créanme, no es mentira, lo escucho tantas veces que les puedo contar este mismo relato de Andrea a las mujeres que atiendo y me dicen “sí es eso lo que me pasa” -¿Cómo lo sabe doc? y siempre les respondo que – lo escucho al menos una vez al día-, ante lo cual se sorprenden. Incluso, una terapeuta de pareja me dijo a mí que debía tener paciencia con mi pareja por no cuidar del hogar “porque tu sabes, están aprendiendo, hay que comprender y dejar que hagan las cosas como puedan”.
Si es tan prevalente, ¿La culpa es de nosotras por quejarnos y enojarnos?, ¿Debemos trabajar sólo en regular nuestras emociones y dejar de causar conflicto, porque no hay nada que hacer, así son ellos? o ¿Acaso hay algo más estructural?
Vamos a comenzar con ejemplos que vemos a diario.
¿Han escuchado esta frase “¿Cuál hijo te ha costado más? – El de mi suegra”?. Si no lo han hecho, es posible entrar a Tik Tok y encontrar todo un trend con el #elhijodemisuegra #eldemisuegra #cualdetushijos #cualtecostomas y que se torna como un chiste recurrente sobre mujeres que estan en una relación heterosexual.
Incluso tenemos dos películas de Adam Sandler que se llaman “Son como niños” y miles de personajes estereotipados de esposos/padres que se comportan de una forma infantil y poco corresponsable con su pareja, hogar e hijos como Homero Simpson, Peter Griffin, entre otros. Y debo aclarar que lo infantil no se refiere a que tengan gustos como los videojuegos, los animes, los juguetes que no podían comprarse en la infancia, que tengan ratos de ocio, al contrario siento que esto es sano y todo ser humano debe tener derecho a jugar y a divertirse.
El comportamiento infantil (y más bien de un bebé) al que me refiero está en: Uno, percibir a mi pareja como mi cuidadora en una acción unilateral y no recíproca; Dos, como quién hace mejor las cosas del hogar que yo, porque ella sabe por ser mujer; Tres, me tiene paciencia porque estoy muy cansado después de trabajar y tengo yo derecho a descansar, ella ya descansó estando todo el día en casa; Cuatro, está a mi servicio y así cumple su papel de buena esposa; Cinco, me contiene las “pataletas” que a veces me dan y que ella me hace tener; Seis, ella debe ser complaciente y ante todo me ama incondicionalmente haga lo que haga.
Ahora, ¿Por qué narramos esto como algo gracioso? ¿Es gracioso dotar de superpoderes a las mujeres en el ámbito de la crianza, el amor, la empatía, el cuidado de hogar y quitarnos nuestra humanidad de necesitar también ser cuidadas dentro de nuestras relaciones de pareja?
La verdad es que el humor puede esconder y minimizar dinámicas que son altamente demandantes para la salud mental de las mujeres.
Montero, Aparicio, Gómez-Beneyto, Moreno-Küstner, B., Reneses, Usall, & Vázquez-Barquero (2004) mencionan en su investigación Género y salud mental en un mundo cambiante, cómo esta alta demanda de obligaciones incrementa la morbilidad psiquiátrica en mujeres casadas de mediana edad, en comparación con las solteras, donde el matrimonio y la maternidad son un factor más de riesgo que de protección respecto a su salud mental. Con respecto a los hombres, se observa que para ellos el estado civil “casado” (a pesar de que se quejan constantemente de ello), es al contrario un factor protector ante el desarrollo de trastornos en su salud mental.
¡Y las villanas se enojan, reclaman y no son complacientes!.
Esta alta morbilidad está relacionada con la doble jornada o trabajo 24×7 de las mujeres, en el cuidado de sus hogares y sus hijos (incluyendo el de la suegra), agotando o limitando a lo mínimo los tiempos para sí mismas, rutinas de autocuidado, oportunidades de ingreso económico o en otras esferas como su desarrollo laboral, espiritual, académico, social y de ocio. (Moreno, 2017)
Persistiendo en ello, según Moreno (2017), los estereotipos de género que naturalizan que las labores de cuidar física y emocionalmente son ante todo un rol de las mujeres, y de los hombres son las labores económicas.
Lo que es bastante paradójico porque se ha incrementado el ingreso de mujeres al mercado laboral para dividir las cargas económicas en el hogar, pero sigue prevaleciendo la desigualdad en la división de tareas alrededor del hogar, los hijos y la relación de pareja. Incluso, implica para las mujeres una carga mental el tener que explicar o recordar constantemente a sus esposos las tareas con las que se comprometió.
Esto es también notorio desde el campo clínico, incluso en las terapias de pareja, es ella la parte más activa o la única que al final participa y prioriza estos espacios de dos. No sucede así en todos los casos, pero si hay una prevalencia de estas dinámicas donde son ellas quienes se responsabilizan de mejorar la relación de pareja y su mantenimiento, incluso en situaciones de negligencia en el hogar, violencia e infidelidad por parte de él.
Liliana Hendel en su libro Las mentiras del patriarcado (2017), menciona cómo desde siempre a las mujeres nos han enseñado que antes de ser personas somos cuidadoras, pero ojo, no de sí mismas, sino de les otres.
La autora habla de cómo la idealización de la maternidad como ese amor incondicional, siempre dispuesto/disponible, silencioso, paciente, servicial, comprensivo y cariñoso se extrapola desde la estructura patriarcal a todas las relaciones que tenga una mujer, incluyendo las de pareja.
Y naturalizan que las mujeres vivamos para amar, pero siempre a otros, a sí mismas sería una muestra de mucha vanidad y egocentrismo, lo cual coincidencialmente se ha asociado siempre en los cuentos de hadas a características de las villanas.
¡Y las villanas se enojan, reclaman y no son complacientes!.
Es interesante que estas personajas están siempre solas en su papel o acompañadas por lacayos sumisos y poco competentes. Como si no pudiéramos imaginar a una mujer que piensa en sí misma también y brilla, a la vez que pueda tener y construir una relación con un compañero igual de competente y corresponsable que ella.
Curiosamente, estas personajas independientes, que piensan en sí mismas (incluso polarizando al narcisismo porque no hay un punto medio) y que van a su propio ritmo, son atrayentes ¡PERO ESTÁN SOLAS!; a las mujeres nos han infundido que sin la existencia de otros a quien servir no existimos o no tenemos valor. Por eso a la soltera y sin hijos no se le alaba desde el sistema patriarcal, se le degrada de “valor”, se le llama egoísta y condenada a la soledad.
¿No les parece curioso todos estos imaginarios?, porque al parecer nos meten la idea que vivir maternando incondicionalmente a nuestras parejas es la forma de amarlos y ser amadas/escogidas, porque así somos las buenas, así somos valiosas.
Pero las cifras y las investigaciones nos están mostrando que el matrimonio, el amor qué materna las parejas como si fueran bebés y el abandono de sí mismas en función de la otredad, realmente jamás de los jamases ha beneficiado a las mujeres, solo a los hombres que se casan con ellas.
Qué miedo debe darle al patriarcado, al capitalismo y estos hombres que no han sabido ser parejas corresponsables, que nos demos cuenta de esta curiosa incoherencia, donde el maternar a nuestra pareja no nos hace realmente felices como nos prometieron, nos agota hasta el punto de ir a terapia y escuchar el relato de Andrea.
Citas Bibliográficas
Hendel, L (2017) Las mentiras del patriarcado. Ed. Paidos: Buenos Aires
Montero, I., Aparicio, D., Gómez-Beneyto, M., Moreno-Küstner, B., Reneses, B., Usall, J., & Vázquez-Barquero, J. L. (2004). Género y salud mental en un mundo cambiante. Gaceta sanitaria, 18, 175-181.
Moreno, E. (2017) “La economía invisible: división social y sexual del trabajo doméstico y de cuidado no remunerado y uso del tiempo de las mujeres en Bogotá” Universidad Nacional. En https://repositorio.unal.edu.co/handle/unal/59290
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