Cuestionando el binarismo del género

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Es difícil rastrear los orígenes del concepto Transgénero, varias versiones coinciden en ubicarlo en los grandes centros urbanos de las costas este y oeste de Estados Unidos finalizando la década del 80. La emergencia de este concepto tiene raíces políticas y sociales. 

Existe una fuerte relación entre los orígenes del concepto y el activismo político-social del movimiento Queer y el feminismo crítico estadounidense. Las personas y los movimientos sociales urbanos que cuestionaban el binarismo del género inician un proceso de crítica a la psiquiatría y su abordaje a la homosexualidad, el travestismo y la transexualidad como cuestiones patológicas, desviaciones sexuales o desordenes en la personalidad, sumado a eso, los cuestionamientos también se dirigieron a las clínicas de “cambios de sexo” las cuales seguían el mismo esquema binario de hombre y mujer mediante la intervención quirúrgica genital.

El concepto trans pone en cuestión el binarismo del género, la patologización psiquiátrica de las identidades, y la expresión de género, como cuestiones de trastornos de la personalidad o de intervenciones quirúrgicas genitales, excluyendo otros modos de ser ya sea con tratamientos hormonales sin necesidad de operación genital, o simplemente alojándose en los tratamientos de las instituciones médico-psiquiátricas. En últimas, promueve subversiones al binarismo de género.    

En Colombia

A mediados del siglo XIX Colombia importó de Europa las teorías clínicas del abordaje de la homosexualidad. Estas ideas sirvieron de sustento no solo a mediados del siglo XIX sino también recorrieron gran parte del siglo XX. Sin embargo, estas creencias extranjeras sobre lo homosexual fueron nutridas por médicos-legalistas colombianos especialmente de la ciudad de Medellín. De manera muy general y esquemática, la visión que construyeron ellos sobre lo homosexual era la de un vicio perjudicial para la sociedad y sus buenas costumbres.

Posteriormente en las décadas de los cincuenta y sesenta, la medicina cambia estas perspectivas y se va a centrar en tratamientos clínicos frente a algo patologizante. Para los años ochenta, las personas transgénero también van a ser señaladas como desviaciones de la personalidad, personas las cuales constituían un peligro, todo esto, fue abriendo camino para que lo homosexual y lo transgénero dejara de ser un territorio analizado por la medicina legalista y pasara al campo de la experimentación clínico-psiquiátrico.

Es así como en 1992 el abogado Germán Rincón Perfetti presentó la primera tutela sobre cambio de nombre ante la Corte Constitucional, que permitió obtener la Sentencia No. T-594/93 en la que se garantiza el derecho a la libre personalidad y a modificar el nombre de los registros oficiales por uno con el cual si se sienten identificadas las personas.

Foto KienyKe

Ese mismo año, en Villavicencio, Jennifer Alexis Pedraza, una mujer trans que era estilista, postuló su nombre para ser candidata al Concejo Municipal. Ella representó al Movimiento Gay del Llano que, por la transfobia y el machismo de la época tuvo que cambiar su nombre a Movimiento Pepiado del Llano. La postulación de Jennifer incomodó tanto al punto de surgir comentarios como el del registrador municipal Ernesto Patiño quien aseguró que este hecho era un atentado “contra la moral”.

Siete años más tarde, en 1999, se crea el primer grupo de asistencia y apoyo a personas trans, Transer, en el que psicólogas como Marina Talero realizaban trabajo terapéutico con las disidencias de género del país. 

Video Alianza para la Paz

Desde los años dos mil, diversas organizaciones trans han venido luchando no solo por la adquisición de derechos e igualdades, sino también, por erradicar esas miradas patologizantes.  

Además, se empezaron a crear espacios de visibilización en los medios en donde, por ejemplo, en 2005 se tuvo a una mujer trans actuando en un papel secundario en una novela.

Igualmente, en 2013 se logró la Sentencia T771 de 2013, en la que la Corte Constitucional aprobó los procedimientos quirúrgicos para las modificaciones corporales de las personas trans. Cinco años más tarde, se cataloga por primera vez el asesinato de una mujer trans como un feminicidio.

Anyela Ramos es el primer caso en Colombia y el segundo en Latinoamérica que fue reconocido como un feminicidio en 2018. Foto: La Nación.

En todo este tiempo, ha surgido diferentes organizaciones y fundaciones que apoyan, defienden y reivindican los derechos trans en Colombia; algunas de estas son: la Red Comunitaria Trans, Colombia Diversa, Fundación GAAT, Santamaría Fundación y Sentiido, donde se brindan espacios seguros para todo tipo de expresiones e identidades de género.

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